La conciliación familiar: ¿utopía o realidad?
¿Cuántas veces te has quedado trabajando en tu consulta más horas de las que deberías, dedicando tiempo que podrías estar compartiendo con tu familia (pareja o hijos), a solucionar problemas del trabajo, a adelantar tareas, a atender a pacientes que han llegado con retraso… ya sea por obligaciones laborales o por otras razones?
Poder compaginar la vida personal, especialmente cuando se tiene una familia, con el trabajo es uno de los retos a los que se enfrentan la gran mayoría de trabajadores/as en la actualidad, y los/las profesionales del sector médico no son una excepción.
La búsqueda de este equilibrio va más allá de un balance equitativo entre horas dedicadas al trabajo y horas dedicadas a la vida personal; el objetivo final es lograr una armonía que permita al personal sentirse bien, motivado y ofreciendo el máximo rendimiento, sin caer en el pozo del estrés laboral.
A continuación, veremos con más detalle qué es la conciliación familiar y laboral y cuáles son los mejores métodos y herramientas para organizarnos y lograr un buen equilibrio entre ambas.
¿Y qué es la conciliación familiar?
En la actualidad, compaginar el horario laboral con otras obligaciones familiares puede ser un verdadero rompecabezas para muchas personas, especialmente cuando en esta ecuación se incluyen hijos u otras personas que necesitan de nuestra atención.
Según la propia definición de la RAE, la conciliación de la vida laboral y familiar debería centrarse en una “participación equilibrada entre mujeres y hombres en la vida familiar y en el mercado de trabajo, mediante la reestructuración y reorganización de los sistemas laboral, educativo y de recursos sociales, con el fin de conseguir la igualdad de oportunidades en el empleo, variar los roles y estereotipos tradicionales, y cubrir las necesidades de atención y cuidado a personas dependientes.”
“La conciliación de la vida laboral y familiar supone una participación equilibrada entre hombres y mujeres en la vida familiar y el mercado de trabajo [...] con el fin de conseguir la igualdad de oportunidades en el empleo [...] y cubrir las necesidades de atención a personas dependientes.”
Es precisamente esa mencionada “reestructuración y reorganización” de la sociedad la idea más utópica de todas, puesto que, aunque se ha hecho mucho trabajo en materia de propuestas y soluciones, aún estamos lejos de una verdadera conciliación entre lo que demandan la mayoría de las empresas y la realidad personal de sus trabajadores. Y es que vivimos en un país que, como muchos otros, adora la “presencialidad” de los empleados, dificultando enormemente la búsqueda de esta conciliación familiar.
Cambios y mejoras ha habido, por supuesto, en los últimos años. Por ejemplo, en 2019 se llevó a cabo una reforma en virtud del Real Decreto 6/2019, que recogía lo siguiente: “Las personas trabajadoras tienen derecho a solicitar las adaptaciones de la duración y distribución de la jornada de trabajo, en la ordenación del tiempo de trabajo y en la forma de prestación, incluida la prestación de su trabajo a distancia, para hacer efectivo su derecho a la conciliación de la vida familiar y laboral.”
No queremos, sin embargo, entrar en las causas de esta situación ni en cómo se ha llegado hasta aquí; nuestro objetivo no es otro que ofrecer una guía para conseguir el mejor equilibrio y evitar el que es uno de los resultados más perjudiciales para unos y otros: el síndrome del burnout laboral.
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Consecuencias de una mala conciliación: el burnout
Aunque en muchas ocasiones las causas del burnout laboral van más allá de la falta de equilibrio entre la vida laboral y la personal, no es menos cierto que la poca conciliación entre estos dos ámbitos puede llegar a desembocar en un estado que progresivamente vaya empeorando.
Si cada vez nos sentimos más apresados por nuestra realidad laboral hasta tal punto que puede llegar a afectar negativamente a nuestro rendimiento, por no decir a nuestras relaciones personales, estaremos siendo víctimas de este “burnout” laboral: aquél estrés derivado directamente del trabajo y cuyos síntomas más evidentes son los siguientes:
- Agotamiento físico y mental
- Bajada de rendimiento en tareas profesionales
- Sensación de fracaso y frustración
- Alto nivel de estrés
- Dificultad a la hora de conciliar el sueño
A su vez, estos síntomas pueden terminar derivando en un aumento del absentismo laboral, la necesidad de medicarse para poder conciliar el sueño, ataques de ansiedad, depresión, enfermedades varias…
Una de las medidas más efectivas para disminuir este burnout laboral, el teletrabajo, ya se estaba llevando a cabo desde hacía tiempo; ha sido, sin embargo, en los últimos dos o tres años cuando se ha visto que su aplicación realmente funciona y puede ser provechosa, y todo por culpa, inesperadamente, de una enfermedad global que nos puso en jaque a todos.
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Una pandemia, la chispa necesaria para el cambio
Tuvo que llegar la pandemia de la COVID-19 para que esta sacudiera los cimientos del trabajo presencial y fuera el empujón definitivo que necesitaban muchas compañías para apostar por el teletrabajo como una posibilidad real, efectiva y necesaria.
Lo que algunas compañías habían empezado a poner en práctica tímidamente en años anteriores, precisamente para ofrecer mejores condiciones de conciliación familiar, fue, con el COVID-19, la única solución que podían escoger para seguir con sus negocios.
Con el teletrabajo se abrían nuevas posibilidades y una nueva realidad: la de poder compaginar de una manera mucho más cómoda y fluida el horario laboral con las tareas y obligaciones familiares. Gracias a las tecnologías disponibles, sin cuya existencia no habría sido posible este nuevo paradigma, se podría reducir drásticamente el estrés laboral ya que, por un lado, se dejan de invertir horas y dinero en transporte y, por otro, la productividad aumenta al estar en un entorno tranquilo como es el de nuestro propio hogar.
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Ver más¿Qué otras herramientas existen para compaginar la vida familiar con la laboral?
El teletrabajo no es la única opción que existe para lograr la tan ansiada conciliación familiar y laboral. Hay otras medidas que se han ido adquiriendo, que ayudan en este sentido y que se pueden dividir en dos grupos: permisos retribuidos y permisos no retribuidos.
Permisos retribuidos
- Permisos de maternidad y paternidad: hasta 16 semanas en las que se percibirá la totalidad del sueldo
- Permiso de lactancia: 15 días naturales para el cuidado del hijo lactante, disponible tanto para padres como para madres
Permisos no retribuidos
- Adaptación del horario: siendo más flexibles, sin tener un horario fijo de 8h a 17h que permita más maniobrabilidad
- Reducción de jornada, con una disminución proporcional del salario según la reducción que se escoja
- Cambios de turno
- Cambio de centro de trabajo, en caso que sea posible
- Excedencias (de cuatro meses hasta 5 años)
- Trabajo híbrido/teletrabajo
Otra posibilidad es la de elaborar o solicitar un Plan de Conciliación, un documento realizado por la empresa en el que se recogerán todas las medidas que ya se están llevando a cabo y aquellas que se tendrán en cuenta para mejorar la situación más adelante. Es una herramienta transparente y que ayudará tanto a optimizar el departamento de recursos humanos como a mejorar el clima laboral, influyendo directamente en la productividad y el estado de ánimo de los trabajadores.
La situación no es la mejor y, como ya hemos dicho, aún queda mucho trabajo por delante, pero afortunadamente el horizonte que se vislumbra tiene más luces que sombras y estamos seguros de que nuestro objetivo está cada vez más cerca.